15 de outubro de 2004

Entrevista: 'Sobra la belleza en la televisión'

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Aline Cristine de Magalhães e Moraes interpreta el personaje de Moa Nascimento, en la telenovela El Color del pecado. Nació en Sorocaba, en el interior de Sao Paulo, Brasil, el 22 de diciembre de 1982. En estos momentos, se luce como protagonista en el estelar Como una ola, que probablemente transmitirá Televen.

Texto:Luis Aguirre / Fotos:Cortesia Televen


Con tan sólo 22 años, Aline Cristine de Magalhães e Moraes, cultiva un nombre en la televisión y en el modelaje. Su singular belleza (ojos color verde, 1.73 centímetros de estatura y 55 kilos) despierta los deseos más pecaminosos, cada noche, desde la pantalla de Televen, en la proyección de la telenovela El color del pecado.
La surfista Moa, novia de Apolo (Paco), ha dejado boquiabierto a más de un espectador cuando desfila, en bañador, por las maravillosas playas de Río de Janeiro. No es para menos. Nadie se resiste a la exótica hermosura de la actriz. Tal vez, eso influyó en su ascenso vertiginoso en los créditos. En estos momentos, debuta como protagonista en el canal TV Globo, con la historia Como una ola.
“¡Era hora!”, dirán algunos seguidores de la chica. Ha pasado la mitad de su vida en los medios. Desde los 12 años trabaja como modelo publicitaria. Luego, concretó su imagen profesional en la agencia De la élite. A los 18 años abandonó las pasarelas para darle paso a la actuación. Pisó los estudios de televisión a los 19 años, cuando hizo Rosane, en 2002. Cuatro años después, Aline habla como toda una artista destacada y con propósitos por cumplir.

—¿La belleza influyó para su entrada a la televisión?
—El guión lo requería. Cuando el director Ricardo Waddington me seleccionó, entre una variedad de modelos, para interpretar a Rosane, en la telenovela Corazón de estudiante, fue porque encajé profesionalmente en el papel. Estoy consciente de que sobra la mujer bella en la televisión. En realidad, en la pantalla hay muchos prototipos de caras y hay para todos los gustos. A cada quien le toca su turno y hace cuatro años fue el mío.

—¿Cuánto le debe al modelaje?
—Casi todo. Yo me inicié en el mundo del modelaje. Desfilé durante 6 años. Trabajé para la agencia De la élite y Marilyn. En ese entonces, vivía en Sao Paulo. Luego, me mudé a Río de Janeiro, donde comencé a grabar Corazón de estudiante. Allí todo cambió. Mi vida es otra.

—En Venezuela, suele criticarse a las misses que incursionan en la actuación. Su caso es muy parecido. ¿De cuánta preparación artística se vale para su desarrollo profesional?
—Admito que tengo una buena trayectoria, sin haber estudiado actuación. Realmente, pienso que llevo por dentro la actuación. Es algo innato. Sin embargo, al conocer mis dotes, he tomado algunos cursos para mejorar, pero a veces, no es primordial. Creo que en la televisión hay un estigma con las modelos y las caras bonitas.

—¿Cómo se prepara para enfrentar un personaje?
—Prefiero no prepararme para los papeles porque la dificultad se presenta durante las grabaciones y la emoción se consigue en el momento. Eso es lo más encantador en esta profesión.

—Interpretar a una lesbiana es igual a encarnar a una cenicienta.
—Cuando interpreté a Clara, en Mujeres apasionadas, sí necesité más estudio. Necesité comprender al personaje. Era muy controversial, con una carga emocional más difícil de proyectar.

—¿Qué fue lo más difícil de interpretar a una lesbiana?
—Tenía 20 años cuando interpreté a la controversial Clara, una chica homosexual que vivió un romance con una compañera de clases, Rafaela. Fue un gran desafío y una de las proyecciones más grandes de mi carrera. La experiencia de vivir un personaje de esta grandeza fue fundamental para adquirir experiencia. Aprendí mucho de las grandes figuras como Cristiane Torloni y Suzana Viera.

—En el Color del pecado es una joven surfista que sufre de cáncer cerebral. ¿También le impuso reto?
—Sí. Tuve que prepararme físicamente porque yo no soy deportista. No practicaba surf y soy muy dormilona. Entonces, para entrenar, debía levantarme muy temprano para ejercitarme y tomar las lecciones respectivas de surf.

—¿Esta vez fue una lucha de fuerza más que emocional?
—Sí. Nunca me gustó hacer ejercicios. Tuve la suerte que, para las prácticas, siempre me acompañaba mi novio, Cauã Reymond. Nos despertábamos temprano, entrenábamos juntos en el gimnasio y tomábamos las clases de surf, en una playa escondida en Río de Janeiro.

—¿Es de supone que pasa hambre para verse como una actriz súper modelo?
—No. Para nada. No paso hambre. Soy muy glotona. Como de todo, pero con conciencia. Aunque no me gustan las frituras, me controlo cuando como caramelos y, desde hace un año, estoy bajo una reestructuración alimenticia y la sigo para no aumentar el peso en la balanza.

—¿Qué es lo que más le gusta comer?
—Me encanta el salmón. Es mi plato favorito y me encanta preparar todo tipo de masas.

—¿Qué se ha operado?
—Nada. No me he operado nada.

—¿Lo suyo son los trucos de belleza?
—El mejor truco es desmaquillarse, aunque suelo usar poco maquillaje. Trato mi piel con zona pura de L’Oreal París y protectores solares. Cuidé más mi cabello, de la sobreexposición al sol, al grabar El Color del pecado.

—Habla de los productos de L’ Oreal París porque es la nueva imagen de la campaña de cosméticos. ¿Esto confirma su belleza?
—En realidad, sólo me siento muy complacida y halagada. Es un orgullo formar parte de un equipo de mujeres tan bellas como Débora Bloch, Ana Paula Osorio, Camila y Carolina Feraz. Actualmente, también, soy imagen de otras campañas cosméticas que ofrecen tratamientos para la piel.

—El año pasado ganó el premio como una de las 100 Mujeres más bellas del mundo. ¿La idolatran?
—No lo sé. Esa asignación forma parte del medio al que pertenezco. Fue el resultado de una encuesta que realizaron por internet y fui escogida por las personas que visitan la página. Es un honor ser reconocida como una de las 100 mujeres más bellas. Además, anteriormente, fui seleccionada para posar para revistas como UMA, Trip, Boa Forma y Elle Brasil y la página web The girl. Es una experiencia enriquecedora.

—¿Por qué no vuelve a la pasarelas?
—Porque prefiero incursionar en el teatro y seguir desenvolviéndome en la actuación.

—¿Tiene tiempo para el amor, entre tantos compromisos?
—Sí. Cuando se trata de Cauã (mi novio) siempre tengo tiempo. Nos la llevamos muy bien, aunque todavía no hemos pensado en oficializar nuestra relación y casarnos. Sólo tengo 22 años. Todo llega a su tiempo.


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